martes, 19 de enero de 2016

Crackerar o no crackear, he ahí el dilema.

Uno como consumidor, siempre desea extraer todo el jugo de nuestros artículos; ya sea un dispositivo celular, computadora, televisión inteligente, portátil o consola de vídeo juegos, incluso de un electrónico común; buscaremos la manera de obtener el máximo beneficio. No importa que tipo de artefacto sea, sacar el máximo potencial de cualquier cosa es algo que siempre se va a intentar.

Y es que la expresión de "menos, es más" a veces en cuadra de manera tan apegada a la misma, pues lo que al final se busca es que un único pospositivo realice muchas funciones distintas sin comprometer su estructura física o en su programación. Y es que al final, no queremos "re inventar" el equipo.

Producto de esta tendencia y desde que cualquiera tiene acceso a equipos informáticos, se han creado múltiples plataformas que facilitan a cualquier persona sin conocimiento básico de programación hacer uso del "crackeo" proporcionado por hackers para manipular a su gusto distintos equipos. La tecnología celular es el ejemplo más claro de todos, pues permite convertir equipos exclusivos de compañías en modelos abiertos, re hacer el sistema operativo, incluso aumentar el rendimiento y la cantidad y calidad de aplicaciones. Así que hemos de suponer que también ha pasado lo mismo con los videojuegos.

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